Bendición a mi país…

República Dominicana, sábado 19 de octubre de 2013

Oigan, no es lo mismo ver la miseria a que te la cuenten desde un rincón de este bello país, lleno de gente con deseos de superarse. Escribo esta nota en contra de las autoridades del Partido del Profesor Juan Bosch, hoy partido de unos cuantos bandidos apoyados por muchos ladrones, que se adueñan del futuro venidero de los niños que nacen desnutridos y sin posibilidades de criarse por la falta de una buena alimentación, por el derroche de estos sinvergüenzas ladrones, que no son los de Alibabá, sino, los del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Cuando escucho decir que este país está bien, quisiera que le pregunten al señor que me encontré en la Carretera Mella, frente a lo que era PIDOCA; que detiene un carro público, en el cual yo iba montado, y le pide al chofer que lo llevara a su destino, que a cambio, este señor le daba unos cepillos de dientes nuevos… o al otro señor, en la Autopista Las Américas, que paró el carro público para pedirle una “bola” al chofer, que es un “pon” en Puerto Rico.

“Son los mismos que se atreven a comparar nuestros barrios pobres con la bella ciudad de Nueva York. No es imposible, pero no se puede tapar el cielo con la mano… Sin buen uso del dinero, no hay Nueva York, mucho menos Rep. Dom.”

Soy uno más de esos que recibo los días en este pequeño terruño, con la bendición de que no venga un terremoto y acabe ni arrase con este pueblo, porque también vivo lleno de paz para poder ver, aún sin amor, creer que tienen el poder de Dios por ser, entre otros temas, el Arzobispo, un malvado que cuando muere un pobre, el dice que está bien, que mueran esos chusma; pero no se puede predicar amor y odio, ni predicar la moral en “calzoncillos”, señor Arzobispo, porque en el Infierno están siempre las calderas prendidas y preparadas para usted. Sepan católicos dominicanos, que las iglesias dominicanas deben de tomar de ejemplo al Padre Anulfo Romero, o al Padre Proy, de México; o el sacerdote que trabaja en una iglesia del poblado de Azua, o tal vez aquellos que todavía pretenden ver al Vaticano como algo serio, podrían unirse a la visión renovadora y revolucionaria del Papa Francisco, y mejor aún, el ejemplo en vida de lo que fue la Madre Teresa de Calcuta.

Que vivan los pobres del mundo.