martes, 7 de enero de 2014

Buscando los Ojos de la Justicia

Hoy, 7 de enero de 2014.

El 11 de diciembre se conmemora el Día Mundial de Lucha Contra el SIDA un día que no recuerda la lucha por los derechos a la salud, el derecho a la vida y la lucha contra los prejuicios, una enfermedad que todavía nos terminan en un pueblo o tal vez país llamado República Dominicana.

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Hoy día existen personas que viven nuestro país o pueblo con enfermedad y conviven con SIDA. De lo que se trata es del reconocimiento de Derechos Humanos, la historia de lo que entendemos hoy día por Derechos Humanos, está lleno de cambios y en constante construcción. El concepto de fraternidad de la Revolución Francesa debe entenderse ahora como solidaridad, que junto con la libertad y la igualdad, conforma la base ética de la Declaración de la ONU. Debemos recordar que los Derechos Humanos también son universales. En ellos no se menciona nacionalidad, ni color. Son indivisibles, interdependientes e interrelacionados. Esto lo escribo porque más luego hablaré de un derecho que los bandidos puritanos de mi país, quieren quitarles a unos ciudadanos. Todas las personas debemos aspirar a estar reflejadas en el futuro en los contenidos de los Derechos Humanos. Mientras avanzamos hemos podido ver un alcance mayor de los mismos y como se han ido haciendo visibles personas o sectores cuyos derechos antes no se reconocían. La Carta de Derechos del Pueblo Dominicano, de sus modelos principales, la Carta de Derechos Humanos, la misma de la ONU y desde entonces, los dominicanos nacidos en suelo, no sé cómo llamarlo. Ese marco de donde vengo yo, pienso que no soy de allí, por muchas razones, que diré mucho después. Estoy implícito en las discusiones constitucionales nuestras, aunque el lenguaje más generalizado para la discusión en República Dominicana sigue siendo hablar de Derechos Civiles, en un marco más reducido que en los Derechos Humanos, que es un marco mucho más amplio.

¿Por qué utilizo la palabra “marco”? Porque en mi país, los Derechos Humanos son como una puerta que abre y cierra, dependiendo a quien le caiga. Ejemplo, cuando es un puritano, existen las demandas y todos los de la ley; diferente a cuando es un hijo de “Machepa”. En cualquier momento le diré quien son los Puritanos. La Declaración Universal de Derechos Humanos tiene derechos tanto civiles como políticos, económicos, sociales y culturales. Sin embargo, los estados enfatizan el reconocimiento de los primeros, debido a que resulta más económico lograrlo. Las necesidades básicas tales como salud, alimentación, educación y vivienda son también derechos y deberes, por lo tanto, ser defendidos por estos bandidos vende-futuros al mejor postor; para garantizar la dignidad de los que no tienen absolutamente nada y de ahí desarrollar la sociedad dominicana.

Hoy día, el lenguaje de los Derechos Humanos sigue ampliándose en la medida en que crecen los reclamos de más personas o grupos exigiendo que les reconozcan los derechos específicos. Hablamos hace días en otro escrito, de la violación de estos derechos en el país donde vivo, en Puerto Rico. Yo, Héctor Peña, voy a estar hablando de este tema hasta que deje claro todos los abusos que se cometen con determinada sociedad de personas o razas. Hablo, por ejemplo, de los derechos de los pueblos, derechos colectivos, de derechos sexuales, de derechos reproductivos y del derecho al acceso a los medios y tecnologías de información y comunicación, entre otros. Del mismo modo que en un momento dado se habló de que sin las mujeres, los derechos no son humanos. Hoy día el reclamo fuerte y creciente de una sociedad muy discriminada en República Dominicana, me refiero a los homosexuales, gays, lesbianas y la sociedad LGBTT. Hablo de todos los derechos para todos los derechos para todas las personas.

Con el final o debilitamiento del llamado Estado benefactor, vivimos también momentos en los que derechos que parecían ganados o reconocidos se debilitan frente a políticas económicas neoliberales. En un mundo dominado por organizaciones mundiales que protegen los intereses de los grandes ladrones, ah, me equivoqué, digo, capitales por encima de los de la gente, los estados rinden cada vez más sus obligaciones y compromisos de Derechos Humanos sobre todo, los Derechos Económicos y Culturales en tratados y convenios comerciales, que no tienen fronteras ni problemas migratorios como los nacionales, que no saben de donde son, por una ley de los malditos Puritanos.

Hay una relación directa entre el desconocimiento de los derechos más básicos, la visión del mundo que desarrollan las personas, la fuerza de exigir los mismos y la movilización para luchar por una mejor calidad de vida y construir un mejor país.

Si la ciudadanía conoce a cabalidad sus derechos, puede reclamarlos en cualquier ámbito, frente a un policía ante una oficina ministerial como ahora le llaman a la agencia del gobierno, o en nuestro vecindario, con mayor peso, fuerza y sentido de justicia; digo de justicia, no de injusticia. Los curriculares escolares deben integrar los temas de equidad, de perspectiva de género y de derechos humanos es la mejor manera de aprender a no discriminar por raza, sexo, origen nacional, ideas políticas, religión, orientación sexual e identidad de género, edad, distintas capacidades físicas o sensoriales, posiciones económicas, origen, nacimiento, condición social o cualquier otra que niegue la igualdad de derechos y dignidad a los seres humanos.

Si notan, algunos lectores que no he usado en alguna ocasión buen vocabulario, es que cuando hablo de los Puritanos y los dueños del país, estoy hablando de los jueces de las Cortes de Contención o la Corte Suprema. A estos es que le llamamos Puritanos Malvados, pero que no se apuren, que en el cielo, hay un juez que los va a juzgar en la Gloria, para mandarlos directo al Infierno.

Esto no termina, voy a seguir escribiendo sobre las violaciones de derechos.

Por Héctor Peña, para Peña del Pueblo.

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