martes, 9 de abril de 2013

Jesús y la política romana

Para un amigo, Richie Levant … 

Los últimos días de Jesús, además de ser el momento espiritual más antecedido por la humanidad y su inmenso contenido histórico, fue también un evento de cruda política. 

Además de intentar matar una idea, asesinando al mensajero; la muerte de la persona, o sea del mensajero, era deseada. Jesús estaba dislocando poder político a través de sus seguidores. 

clip_image002 Por una parte, vemos a Roma como autoridad invasora. Intervenía lo menos posible con el pueblo de Israel, pueblo de Jesús, pues tenía a su disposición al rey Herodes. Poncio Pilatos, prefecto romano, servía como capataz, presto a intervenir cuando los intereses de Roma se pudieran afectar, mientras permitía, para no exacerbar, que las costumbres y leyes religiosas siguieran su curso por otra parte. Los líderes locales religiosos y políticos veían su poder diluyéndose ante los planteamientos de Jesús. Lograron el discurso sobre el reino de Cristo para estratégicamente convencer a Herodes que se refería a su reino, y entonces, en sólo días, la muchedumbre pasó de adorarlo a criticarlo, a odiarlo y a condenarlo.
 
clip_image006 Un viaje emocional, maniobrado sagazmente por aquel liderato que manipuló al rey y al pueblo y entrampo al propio Pilatos. Magistral, cuando Jesús es llevado ante éste, quien intentó infructíferamente que fuera Herodes, el que interviniera primero. Los líderes fariseos hicieron mano de tecnicismos culturales para forzarlo a dictar la pena de muerte. Así revelaron a Herodes y a su sistema político y a ellos mismos de esos clip_image004incidentes con doble beneficio. 

Entonces, la infamia sería de Roma y del César. Pilatos, prefecto experimentado, utilizó todos sus recursos para alejarse del asunto. Intentó minimizar lo del reinado de Jesús, demostró que bajo las leyes romanas no había delito, e inclusive le dio intuitivamente a la muchedumbre, que antes adoró a Jesús, la opción para que le salvaran, comprometiéndose a liberar a Jesús o a Barrabás. La muchedumbre perdonó al criminal y condenó a Jesús. Así, Pilatos pudo lavarse las manos dos siglos después. Los ropajes son diferentes, las monedas en bolsillos se acuñan con imágenes distintas, las caras tragicómicas de la infamia son más instruidas; pero aquel sentido de oportunismo y de confundir al pueblo para lograr propósitos personales o sectoriales sigue igual. 

clip_image008Entonces, si Jesús volviera hoy encarnado, creo firmemente que el pueblo reaccionaría igual porque su aptitud a ser engañado es igual. Aparenta haber un denominador común a través de la historia que se mantiene fijo: la capacidad del timo intelectual que inclusive, impresiona ser fuerte de satisfacción. Bueno, lavajo inter inocentes manus meas.
Así son los políticos de mí País, por ejemplo, como Pilatos y Judas; son criminales, abusadores y bárbaros que mantienen al pueblo en el abandono y en la pobreza más grande y extrema, sin educación, sin salud, sin trabajos y sin casa, lo más esencial para una persona.
Viva mi pueblo, y los pueblos del mundo.