Una mención especial para unos amigos de República Dominicana, del programa radial En Deportes; al Sr. Moisés Lembert, Héctor Segura, Camilo de la Cruz, Robert Toribio, José Antonio Sicard, Miwanny Ruiz Solano, y a todo el equipo de Radio Universal.
11 de enero de 2015
Hoy me voy a convertir tal vez en un crítico político del deporte, después de una alegría rotunda y lleno de felicidad, me embargó un sentimiento de tristeza tan grande, que lloré otra vez por la injusticia del mundo político racial, de lo que dominan la esfera mundial en todos los que haceres de la humanidad.
¿Cuántos de los cronistas de deportes estadounidenses, que tienen que ver con la selección del jugador de béisbol, lo jugaron, y cuántos conocen este glorioso deporte?
Mi alegría fue, y es por la selección del segundo jugador y también lanzador dominicano Pedro Martínez, de quien fui dirigente, de este jugador en su infancia, y de Ramón Martínez, en los terrenos de la escuela Juan Bautista; Zafra, de Los Mina.
Mi gran tristeza fue ver otra vez como los racistas norteamericanos ponían sus sucias mentes en contra de uno de los nuestros, me refiero a Carlos Juan Delgado Hernández, jugador de un pueblito llamado Aguadilla, de Puerto Rico. Es la segunda vez que escribo su nombre entero, la primera vez cuando juntos, del hoy fallecido Epy Guerrero, Pat Kelly, George Rivera y yo, estuvimos involucrados en su firma a profesional. Delgado, es un gran ciudadano, y nadie duda de sus cualidades humanas y de su férreo compromiso social y político a favor de la justicia, la equidad, y la libertad. Como “beisbolero”, ha sido uno de los más destacados de sus tiempos, con un récord de lujo al extremo de ser considerado entre los mejores en la historia de este deporte en Estados Unidos, pero ya conocemos como contradictoriamente su extraordinario desempeño deportivo no ha sido suficiente para lograr una exaltación al Salón de la Fama de Cooperstown. En término concreto, no hay razones objetivas para descartar que el nombre de Carlos Juan Delgado Hernández ocupe el sitial que le corresponde en el grupo de los más grandes del béisbol de las Grandes Ligas.
Más las consideraciones para la determinación del conciliábulo de cronistas norteamericanos que toman la última palabra en este proceso de exaltación, no son como hemos visto estrictamente deportivas. Expertos en esta materia, han identificado razones políticas tras la decisión de los señores del Olimpo de Cooperstown para sacar de carrera la designación del pelotero puertorriqueño al Salón de la Fama, y no es para menos. Carlos Delgado es más que deportista; un activista social comprometido con sus ideales y a quien no le ha temblado el pulso al momento de hablar a favor de la libertad de su patria, condenando el colonialismo que atosiga el crecimiento y desarrollo del país, o sea, Puerto Rico y clamando por un trato más justo y digno. Consistente con sus principios, fue duramente criticado en los juegos deportivos porque cada vez que sonaban los himnos (es decir, “Take Me Out to the Ball Game, The Star Spangled Banner, God Bless America, entre otros), abandonaba el terreno de juego y se sentaba en la banca en un acto de protesta contra el intervencionismo militar estadounidense en Afganistán. De la misma manera, nunca rindió pleitesía al cántico nacional del país, que niega la soberanía de su isla, y que en consecuencia, mantiene cautivo en prisión desde hace 33 años a Oscar López Rivera, un preso político; si, así como lo está leyendo, preso político.
En este país, que se harta de hablar de la democracia de los demás, Rivera, un luchador por la libertad, no hay dudas que el implacable compromiso patriótico de Carlos Delgado ha tenido peso en la decisión de la tropa de denominados expertos, quienes esta semana pasada, decidieron dejar fuera a uno de los mejores Primera Base del béisbol del selecto grupo de toleteros del más alto rendimiento en la Historia. Esta decisión, sin embargo, es consistente con las prácticas discriminatorias que por consideraciones políticas, han dominado el deporte estadounidense. Recordaré algunos casos de estos, hasta con sus propios ciudadanos, por ejemplo, en 2012, el dirigente del equipo los Marlins (Miami, Florida), Oswaldo Ozzie Guillen, fue expulsado por manifestar admiración a Fidel Castro. El mayor líder cubano y líder de la Revolución Cubana, en un acto de abierto prejuicio contra el pensamiento del veterano beisbolero.
Tampoco olvidemos cuando, en 1968, el Comité Olímpico de Estados Unidos expulsó de los Juegos Olímpicos y de la Selección Nacional de los Estados Unidos a los atletas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos, quienes al subir al medallero, tras coronarse campeones en la carrera de los 200 metros en los Juegos Olímpicos de México, hicieron el saludo del poder negro. Los puños alzados de ambos corredores en guante negro, fue una señal de protesta por el trato discriminatorio contra la población negra de un gobierno que se hartaba, discurso tras discurso, de irse a favor de la democracia.
Recordemos también como en la contienda de Roberto Alomar para arribar al Salón de la Fama del Béisbol, peso su reacción cuando respondió a los improperios de un árbitro racista llamado John Hirschbeck, quien al escuchar el reclamo del deportista por una jugada, le gritó “fucking portorican bastard”. La respuesta del boricua al insulto: escupir al árbitro, fue determinante para que los cronistas lo dejaran fuera del Salón de la Fama. Años después, lo logró.
Ahora le tocó el turno a Carlos Delgado y ya hemos visto el resultado. Por suerte, la grandeza de este gran deportista puertorriqueño supera su estatura y para ser honrado no necesita halagos de cronista estadounidenses; basta con el amor de los latinoamericanos, y caribeños, aparte del gran amor de su pueblo y su país por ser un verdadero paladín de las causas patrias, Allende de los Mares.
Con amor al pueblo, Héctor Peña, para Peña del Pueblo.
¡Que viva Pedro Martínez, Que viva Carlos Delgado!
