Cuanto hace de este caso no recuerdo más o menos 3 años o 2 pero los tengo en mi memoria latente y me voy a referir a los niños del Malecón, o de las calles de Santo Domingo y del mundo, en especial de República Dominicana.
Sabrán los funcionarios del gobierno que en las calles de Santo Domingo y en todo el país, hay niños que se acuestan sin comer, sin bañarse, pero aún más, sin nadie que le cante una canción de amor.
Sabían ustedes que ellos, los niños, son limpiabotas, canillitas, limpia-vidrios, panaderos, etc. A veces, independientes en los negocios como yaniquequeras y juegueros. También son humanos, que sienten los abusos constantes de la policía o de la sociedad dominicana y no dominicana. Recuerdo una escena en especial, en La Romana, donde yo estaba con mi hijo y habían unos puertorriqueños; luego, uno de ellos cogió a un niño limpiabotas para darle comida, pero primero lo puso a correr como a un atleta de 100 metros.
Saben que también son prostitutos; que venden sus cuerpos por dinero a turistas y no turistas, que por la necesidad económica, a la que los gobiernos los someten, desde su infancia no le dejan otras opciones. Sin educación para vivir, en un mundo sin futuro y sin bondad por parte de las autoridades, no son bienvenidos. Muchos son asesinados por otros niños, para robarles lo poco que se ganan haciendo lo que sea…o es que no son gente los ladrones, digo, los funcionarios que siempre tiendo a equivocarme con esta oración.
Cuando camino por las calles de Santo Domingo, veo cosas que no puedo creerlo. Niños de todas las edades, en todo, niños y niñas… ¿Por qué no sale el Arzobispo Nicolás de Jesús Rodríguez, a hacer lo que hacía Jesucristo, con los que no tenían nada?
Nuestros niños son buenos, son trabajadores, bondadosos, de buen corazón, con ojos llenos de lágrimas, que brotan porque alguien habrá sus brazos con amor. No sé cómo voy a finalizar esta columna, por tantas cosas, tres graves de ellas: la prostitución de ambos sexos, el robo y las drogas.
Me queda un llamado a las autoridades para todas y todos. Tienen una obligación de cuidar a nuestros niños. Esta historia es una de tantas que se repite y se replica diariamente en el país y que históricamente ha recibido un tratamiento genérico. Un nuevo caso es un nuevo número para un ministerio, sin recursos en tiempos de escasez.
Como resultado, hay muchos de éstos jóvenes con vidas sin rumbo. Custodiados por todos y por nadie… ¿Porqué? ¿Dónde están los padres?... y, a veces, quizá, en demasiados de los casos, se convierten en un negocio rentable. Más niños de “Locura Colectiva”.
Me he preguntado qué pasa con el país. ¿Porqué aumentan sin frenos las estadísticas del crimen y ante esas preguntas, el crimen aumenta, con una cantidad siempre de respuestas recurrentes, equivocadas…el crimen aumenta porque no hay suficiente cantidad de policías, que patrullen las calles y sectores. También, a veces la ciudadanía no cree en los policías porque ellos son los primeros ladrones.
No es bueno un jefe de la policía, que no tiene un plan para combatir el crimen. Estamos en el fin de los tiempos, o por bla-bla y más bla.
El problema es que la respuesta siempre ha estado justo frente a nosotros. Está en los rostros de los cientos de niños, como el joven limpia-vidrios, que mató otro niño igual que él el 27 de Febrero, para quitarle los pesitos que ganó. Estos niños están doblemente penalizados y condenados, a una vida definida por la constante pérdida, la inestabilidad y el olvido. Si se quiere combatir efectivamente el crimen, basta de levantar el dedo índice al aire en busca de direcciones que ya se han probado equivocadas. Ojalá pronto nos atrevamos a mirar a los ojos a estos niños de todos y nadie, para brindarles una esperanza y una canción de amor.
*Fotos de la marcha de niños de la Guardería El Almendro, en el Malecón, en contra del abuso infantil en República Dominicana.
Héctor Peña para Peña del Pueblo
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