La pena de mi corazón y la visión: dos pueblos sin amor ni compasión. República Dominicana y Puerto Rico viven una acelerada crisis social y económica. Ambas cosas son una combinación explosiva que devalúa nuestra sociedad y nos aleja de ser países de primera. Aunque queramos proyectarnos y mostrar que todo está bajo control, hay otra realidad.
Las oportunidades de crecimiento han mermado. La riqueza se ha concentrado en unos pocos y la pobreza en muchos. En medio de ambos extremos, está lo que era la mal llamada “Clase Media”, la única que trabaja, porque está obligada a hacerlo para vivir con alguna decencia.
Aquella llamada “Clase Media”, que ahora hay que llamarla baja, lleva un peso abrumador sobre sus hombros. Sostienen a los dos países y a todo el mundo que quiere meterle las manos en los bolsillos a los contribuyentes, o sea, al pueblo. Trabajan por lo menos ocho horas diarias; se transportan en vehículo privado, algunos, los que lo tienen; viven de préstamos, tarjetas de crédito y de apariencia de privada. Comen de vez en cuando en restaurantes, aunque la mayor parte de la semana, en Puerto Rico, lo hacen en los “fast foods” o en los “Megacentros” y “Megatiendas” como Walmart y aunque la mayoría de esos productos importados han redituado beneficios económicos, disfrazan el nivel de pobreza de la sociedad.
En República Dominicana, se le ve a la mayoría en los Pica Pollo o Chinito, pues para ahorrar dinero para pagar las contribuciones.
En Puerto Rico, esperan con necesidad el reintegro que siempre tarda mucho en llegar. Aún así, en ambos países, creemos erróneamente que la Clase Alta manda, porque está a cargo del gobierno.
La clase acaudalada de República Dominicana y Puerto Rico, los primeros en su gran mayoría, son ladrones políticos que se lucraron de los gobiernos. En el caso de la República Dominicana, se lucraron del gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, en sus siglas (PLD).
En la Isla del Encanto, no puedo deducir como los puertorriqueños han ostentado sus riquezas, debido a la falta de información histórica que me ronda en estos momentos, pero si se ha notado en el cambio del estilo de vida que ha llevado el país en los últimos diez años, por lo que cuentan muchos puertorriqueños y dominicanos que han vivido aquí.
Volviendo al tema, los integrantes de la Clase Alta, para ellos no existen los pobres. Viven cómodamente dentro de sus mansiones, tienen servidumbre y choferes, abultadas cuentas bancarias, coleccionan obras de arte, son miembros de: clubes, fundaciones, participes de galas sociales y obras benéficas, viajan en jet privado, tienen propiedades en varias partes del mundo y acceso a las esferas de poder para proteger sus intereses.
A esta clase no le afecta las tarifas de agua y energía eléctrica, ni los aumentos en el precio de la gasolina y en los marbetes o peajes, ni los impuestos a la gasolina u otros impuestos como, El Paquetazo, impuesto por Danilo Medina en R.D., o como se implantó recientemente en Puerto Rico, de varias maneras, el llamado IVUtazo, por ejemplo, y el Tanquetazo, etc.
Sin embargo, dentro de esa crisis social y económica que viven estos dos pueblos, hay un grupo de personas que por debajo de la dependencia y la pobreza, han renunciado a vivir y se han incorporado a una extraña forma de sobrevivir. Taciturnos, se les pone difícil trabajar y piden de todo en todos los lugares y a todo el mundo. Siempre están desaliñados y sus caras son reflejo de la mayor y sufrida tristeza. Asustan, exhiben sus llegadas y su dolor y nunca se les ve con sus familias. No sabemos si han estudiado, si alguna vez trabajaron como adultos.
En Puerto Rico, debido a las leyes de servicios sociales y de las agencias de la familia, no se ven niños, o si tienen un techo que los cobije.
Algunas personas, no todas, se vuelven adictos con el pasar del tiempo. Luego de recoger algunos pesos y monedas, prefieren enajenarse con alguna sustancia ilegal que tomarse un café o té o quién sabe si un buen desayuno, almuerzo o cena. Obvian la comida, pues raramente comen, por lo que eventualmente sufren de problemas estomacales. Se han multiplicado y hay algunos de otras nacionalidades que no leen, no escuchan ni ven noticias locales. No saben lo que pasa, pero cuidan las puertas de las calles y las avenidas de Santo Domingo y la zona metropolitana de San Juan, Puerto Rico.
Esos ciudadanos se han convertido en invisibles para todos los gobiernos y para muchos que los ignoran y los relajan, o se burlan de ellos, aunque para los turistas, son visibles; son gente. ¿Es ese tipo de sociedad que queremos y necesitamos los dominicanos y puertorriqueños? En éstos países del Siglo XXI, ¿qué vamos a hacer con este problema público, de carne y hueso? Seguiremos mirando para los lados…
Visión, señor García Padilla, ya que su pueblo tuvo una grandiosa selección de líderes a quienes escoger y no es justo que luego de elegirlo a usted, todos paguen por la incompetencia de su equipo de trabajo.
Visión, señor Danilo Medina, ya que a quien usted sustituyó, el más ladrón del pueblo dominicano, el señor Leonel Fernández, no la tuvo.
Vivan los pobres del mundo. Amor y paz, sean felices que la gente no mira, pero Dios sí. Que nuestros dos pueblos y el resto de los países del Caribe, algún día puedan unirse, entre lazos de hermandad.
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