Escrito el 6 de agosto de 2014
Hoy es sábado: este día lo cogí para sacarme algo de mi cabeza; esto me llevó dos semanas escribirlo, para la sociedad mundial, que tal vez tiene el momento de leerlo.
Lloro, o mejor dicho, lloré en una de mis acostumbradas tardes de 4:00 p.m. a 5:00 p.m., escuchando un programa radial, Mesa Revuelta, y me dio pena por algo que yo sabía era una fea situación de la comunicación humana, si le puedo llamar “humana”. Una señora, la cual voy a dejar en anonimato y obviar su nombre, llamó y dijo en una ocasión al productor del programa: “Tengo 6 hijos y mi esposo es un hombre ciego por la diabetes, y yo tengo 73 años. Me siento sola. Llamo a mis hijos y nunca cogen el teléfono. Siempre me sale la grabadora; nunca puedo hablar con ellos. Me siento frustrada de tener hijos y de vivir en Puerto Rico.”
Y hoy yo dije: “¡Malditos los hijos, que olvidan a sus padres!” Gente abnegada a dar todo el amor por los suyos para cuando llegue el momento, los cuidemos; vivo por los viejos, para los viejos y por la voluntad de ellos y para esta señora, mi mensaje de amor: Viva los últimos años de vida, llena de felicidad, que aunque sus hij@s no la busquen, el señor Divino dará fuerza a usted y su esposo, para que siempre, gente con amor y cariño la cuiden con buen corazón, paz y sentimiento de hijos bendecidos por Dios, y su hij@ Jesucristo.
Amor, mucho amor, para todos nuestros “viejos, envejecientes”, de todo el mundo.
Héctor Peña, para Peña del Pueblo
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