Miércoles, 19 de marzo de 2014
Después de un receso, vuelvo a tomar la iniciativa de coger el lápiz y escribir un mensaje, a favor del pueblo. A nivel mundial, especialmente, para los dominicanos y puertorriqueños:
Dos sucesos relacionados con la práctica de la cortesía, movieron el interés de la prensa internacional y provocar criterios desde todos los puntos de vista.
El primero lo protagonizó el Papa Francisco, el “Hombre del Año”, según la revista “Time”, durante una visita al Vaticano de los Reyes de Jordania, Abdullah II y Rania. El saludo inicial transcurrió según el protocolo. Lo llamativo se produjo al final, cuando el Sumo Pontífice, en lo que ya ha sido catalogado como un gesto histórico, hizo una reverencia a la Reina Rania, algo insólito para muchos, pero no para el Papa Francisco, que desde que es el Jefe Mayor de las iglesias de Dios, muestra su humildad, dentro de una sociedad llena de maldad y arrogancia, pero esto lo voy a dejar para otro escrito.
Otro evento que movió los resortes de la prensa fue el estrechón de manos del Presidente Barack Obama, al Presidente de las islas hermanas de Cuba, Raúl Castro, durante las horas fúnebres del más grande amoroso ser humano que jamás haya nacido en la Tierra como Nelson Mandela. No tengo dudas de que ambos gestos, tanto el del Papa como el de Obama, fueron resultados de la más elemental cortesía.
La demonstración de buenos modales se engrandece, en ambos casos porque se manifestaron ante personas con credos e ideologías muy diferentes. Los Reyes Jordanos son musulmanes; en el caso de Cuba y Estados Unidos, no tienen relaciones diplomáticas. Es normal que ambas acciones susciten interés mediático y provoquen tantos puntos de vista diversos. En un mundo sin amor ni cortesía entre los pueblos que son potencias como Estados Unidos de América, en la medida que la diferencia es mayor entre las personas, trasciende más un acto de cortesía entre ellas.
Pero… la cortesía viene aparejada con la hipocresía…no, nada tiene que ver una cosa con la otra. Ser hipócrita es dominar el arte de mentir, de simular cualidades; ser cortés es una manera de brindar atención y respeto, a pesar de las diferencias. La hipocresía es falsa y la cortesía es honesta, aunque en la política, a veces se les confunde. En un libro de mucha importancia literaria, “El Infierno” de Dante Alighieri, los hipócritas son condenados a cargar por toda la eternidad una pesada capa de plomo, revestida con un fino baño de oro. En el libro de Alighieri, la hipocresía siempre viene cargada de malas intenciones. La cortesía no, todo lo contrario, hace atractivo a los seres humanos. ¿Cuánto nos alegra tropezamos en la calle con personas llenas de buenos modales, a decirle lelos buenos días, las buenas tardes, o las buenas noches?
La cortesía relaja el ambiente. En el funeral de un hombre como el Gran Rey del Amor como lo fue Nelson Mandela, quien hizo suyo como nadie el poder del perdón, no era posible actuar de forma descortés. En el suceso del Papa Francisco ante los Reyes Jordanos, su actitud humilde, a pesar de su grandeza, dejó bien sentado el respeto por los puntos de vista y el Credo de los visitantes. La Reina Rania también estuvo con el Papa un gesto cortés, sin precedentes, al asistir a la cita con su cabeza cubierta por un velo blanco, símbolo de la pureza católica, que bien hace falta, en esta religión.
Los buenos modales hacen lucir a las personas; relajan la vida, nos convierten en seres atractivos.
Un gesto cortés y una sonrisa abren puertas y ventanas. Para conseguirlos, según Ralph Waldo Emerson, A veces no necesitamos más que un pequeño sacrificio.
Fin.
--HP para Peña del Pueblo
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