viernes, 8 de marzo de 2013

Por los puritanos de los fariseos

galaxia 1Vengo de una nueva galaxia que la NASA descubrió. Desde este punto de vista, me traslado a la Tierra al año 1,600 a.C. o después, y comienzo diciendo: “En el libro del profeta Isaías, se lee lo siguiente: Cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras delante de mis ojos. Dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien, buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. 1:15-17”.

220px-Full_Book_of_Isaiah_2006-06-06Este es el mensaje profético que también constituye una de las fuentes éticas de civilización occidental. Ese mensaje transferido a la universalidad de la redención en la visión cristiana, ha sido inspiración e ímpetu para luchas emancipadoras; estuvo muy presente en los campesinos alemanes en 1525, fue basamento para los Leveller en la Guerra Civil inglesa 1643 -1649 y les permitió enunciar el consentimiento como el principio fundador de un orden político legítimo.



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Fue el mensaje que como profética predicaron los abolicionistas norteamericanos entre el 1830 y el 1860. El suyo fue un mensaje que clamaba por la liberación de los cautivos y veían la esclavitud como un pecado con siniestras consecuencias. Algunos abolicionistas vieron un potencial liberador en el lenguaje de la Declaración de la Independencia. Otros concluyeron que la Constitución Federal era un arreglo irremediablemente defectuoso y una concesión a las fuerzas de las tinieblas. William Garrison llamó a la constitución norteamericana, un “pacto con el infierno”, en abierta referencia a Isaías 28:18. Todos los abolicionistas usaron principios del cristianismo para defender la libertad. Lincoln usó el ejemplo bíblico: una casa dividida no se puede sostener. 

OLYMPUS DIGITAL CAMERA         Como era de esperar, ese mensaje, el movimiento por los derechos civiles en los años 60 del pasado siglo, también se amparó en los discursos entronizados en la Declaración de Independencia y en la Constitución Federal, y sobre todo, en el mensaje profético. Como era de esperar, ese mensaje emancipador que deshace coyundas, ha sido asardinado, torcido y desfigurado hasta convertirlo en hilachos para cubrir la orfandad de los poderosos de todos los tiempos. Eso fue lo que hicieron los esclavistas sureños en su empeño por mantener sus conciencias y sus esclavos. Con mentira predicaron, con mentira lucharon, y su única verdad fue morir en el campo de batalla, arropados en falsedad. Unos seres humanos, según ellos, nacen para ser esclavizados por otros en su bestialismo exegético de Génesis, le llamaban “los hijos de cama” a los esclavos.

Los esclavistas fueron también los primeros defensores de los llamados “Family Values”. Pusieron precio a la vida de algunos abolicionistas y los acusaron de estar azuzando una rebelión de esclavos que destruirían, alegaban, su paz familiar y la cantidad de sus esposas e hijas.
urlMi paz del corazón me recuerda que los descendientes de los evangélicos sureños fueron los fundadores del Ku Klux Klan y son los que hoy glorifican el poderío imperial de la nación norteamericana, idolatran todas las imágenes de guerra y, al igual que sus padres espirituales, han ido a las urnas a votar por mentira. Votaron por Nixon en el 1968 y en el 1972, fueron vociferantes en su fervor a favor de la guerra de Vietnam. Votaron por Reagan, quién los honró violando la ley y dándole armas a los Contra en Nicaragua. Fue también el Presidente que permitió las masacres de civiles en El Salvador, en su afán por combatir lo que ellos llamaban “La Insurgencia”. 

arthur-schatz-president-dick-nixon-speaking-with-us-soldiers-amid-crowd-during-surprise-visit-to-war-zoneEscuadron_de_la_Muerte_1980
 
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Poco importó que en una de ésas masacres de civiles, una comunidad de evangélicos fueran externadas en el mazote. Apoyaron a Bush, padre; y al hijo. Este último los premió declarando una guerra contra Irak, una nación que no había cometido ningún acto ofensivo contra Estados Unidos. Bajo la deba del hermano Bush, Estados Unidos conoció dos derrotas militares, Irak y Afganistán; un déficit trillonario, al costear dos guerras con deuda pública; una crisis financiera y una recesión. Ese es el legado de los evangélicos sureños; los supuestos defensores de los “Family Values”, ahora son parte del “Tea Party” en su odio a los inmigrantes como yo. Vengo de un país donde esos famosos religiosos se han llevado todo, incluyendo hasta “los clavos de la cruz de Jesús”; mi país es República Dominicana y en aborrecimiento homicida contra el Presidente Obama, ellos son los que ven amenazada su visión fantasiosa de la familia y ven en los jóvenes, las mujeres educadas y en toda persona con grado universitario, un potencial para el caos. 

Ese espíritu de puro fariseísmo o infierno hace décadas que prevalece en un sector importante de los evangélicos dominicanos. Apoyaron a Trujillo, a Balaguer, Jorge Blanco, Guzmán, Maclutad y almas viles de todos los malvados ladrones y al dos veces vil, al Presidente Leonel Fernández, que supuestamente, era el candidato con la única moral porque alegadamente era el único que defendía la familia tradicional. La mafia también apoyó a la familia, pues no asesinan en el Día de las Madres.
Las pasadas dos décadas han visto a República Dominicana descascarándose como pueblo y los fariseos, sin enterarse, han continuado con deferencia y sus gene-flexións ante los políticos tenebrosos. Han orado por ellos, en oraciones de plena futilidad. Han guardado silencio ante la corrupción y ante el derramamiento de sangre. 

Ahora, los sepulcros blanqueados vuelven a lo único que saben hacer, distorsionar el mensaje emancipador de la tradición judeocristiana y a un país colapsado, se atreven a decirle que la gracia de Dios se apartará de la Tierra del cordero, si políticas públicas a favor de los homosexuales se convierten en legislación. 

Gracias a Dios en República Dominicana han asesinado a pastores/as y a feligreses. Han dejado cadáveres cerca de iglesias. Hay una plaga de crímenes contra las mujeres y la pena de muerte, ausente en la norma de la constitución, es aplicable con consistencia clínica, cada día y cada semana, pero los fariseos, en sus pamplinas; se atreven a decir que la gracia de Dios estaba aquí en Santo Domingo cuando gobernaba Balaguer o en Estados Unidos cuando Reagan. Esa gracia no puede estar presente en un país que por dos décadas ha visto casi cerca de dos mil asesinatos por los intercambios supuestos de los policías, delincuentes y gente por años inocentes que mueren en asaltos y robos por la desigualdad social de este pueblo de fariseos cristianos, pero recuerden, son fariseos. En tiempos romanos, honraban a Balaguer, a Trujillo y a Leonel; perdonaron a Barrabás. El fariseísmo, en los tiempos de Jesús de Nazaret; en los tiempos de los abolicionistas, y en el presente, es lo mismo. Danilo Medina, Leonel Fernández, que Lucifer, no cambia. Los fariseos seleccionan sus escrituras donde todo mensaje de liberación es desarraigado, aguado y convertido en complicidad con los poderosos. Se exponen a la advertencia apocalíptica; y si alguno, quitale de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la Santa Ciudad y de las cosas que están escritas en este libro, Apocalipsis 22-19. 

Yo, Hector Pena, nacido en República Dominicana, no soy puro, pero creo en el Dios de los pobres, de todo el mundo. Que vivan los pueblos de la Tierra. Con amor a la justicia.

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