viernes, 18 de abril de 2014

Reflexión para Viernes Santo

Semana Santa en República Dominicana – 18 de abril de 2014

Oh, Santa semana para descansar. Días de estar relajado sin preocupaciones; semana para coger sol en la playa, y momento de cogerse un descanso, de irse a la playa, darse unos tragos, coger sol y olvidarse de los problemas de este periodo especial, que vive República Dominicana, aunque lo niegan los gobernantes de todos los partidos. Son días de olvidarse que estamos pagando más impuestos y estamos arrancaos, que tiene a muchos al borde de la quiebra.

Hay que olvidarse del desempleo, de la falta de oportunidades, del pesimismo, y ah, es como escuchar abrir la cerveza Presidente, fría. Si hay luz en Los Mina, que se saborea bajo el Sol candente que te quema la piel, de una de las hermosas playas del país…será en Boca Chica, o quizá en Puerto Plata, en La Romana tal vez, o porque no en el Cachón de La Rubia, el balneario más oportuno de los residentes pobres de los sectores aledaños de Los Mina. Este año a lo mejor no, porque no hay dinero, me quedaré esta santa semana en mi casa o mejor dicho, se quedarán en sus casas porque yo estoy en mi otro país, Puerto Rico.

Muchos que desde el viernes pasado cogieron sus bultos y se fueron corriendo a alguna playa, olvidan que esta semana santa es una semana en la que deberíamos todos recogernos a buen vivir. Es una semana de reflexión que inició el Domingo de Ramos en la que debemos todos pensar dónde estamos y hacia dónde vamos después de 40 días, que se supone fueran de meditación, de introspección en esa cuaresma, y por fin llega la semana mayor. Esa semana, que en la tradición religiosa y cultural de la que salimos como pueblo, sea una semana de espiritualidad, pero no, se convierte en una de todo menos eso.

Semana santa, santa semana, celebramos o conmemoramos la fecha, si bien es cierto, que celebrar y conmemorar son sinónimos, no es menos cierto que una palabra se asocia a fiesta y la otra, a reflexión. Para los cristianos, especialmente los católicos, se conmemora por también se celebra, se conmemora con un proceso de introspección lo que fue la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Es un periodo de intensa actividad litúrgica que incluye procesiones, el recuerdo de la primera eucaristía en el Jueves Santa, la crucifixión el Viernes Santo, y la Resurrección el Domingo de Resurrección. Más que conmemorar, ese día se celebra la vida, si es una fiesta, según la tradición.

Lamentablemente, ese significado de lo que es celebrar, conmemorar pasa para muchos al olvido con cada año que pasa, en el que nos concentramos más en el tener que en el ser, en disfrutar y saciar cualquier gusto, preferimos la playa a la Iglesia, el descanso al sacrificio. Los huevitos de colores y los conejos de pascua, a recordar el verdadero significado de esta fecha. Recuerdo que en mi casa, optábamos por ver las películas como los Diez Mandamientos, o la Biblia, si es que la pasan por algún canal de la televisión, pero cada año son menos los que somos de esa generación, como eran nuestros abuelos y padres. Recordamos que esta era una semana en la que todo se tenía. La abuela Lolita decía que no se podía clavar porque te quedabas clavando, ni cortar, por lo mismo, ni sembrar, porque había que respetar a Dios. Era la época en la que con poco se era feliz, ahora no vivimos en épocas de abundancia como antes, que mis abuelos cambiaban los productos agrícolas con los vecinos. Aún con desempleo y crisis económica, hay comida, hay dinero para que los funcionarios y familias, para irse a hacer la compra a cierto centro comercial, o irse de viaje al extranjero, y gastar, y comprar de todo, incluyendo ron, para olvidar, para enajenarse, porque nos convertimos en una sociedad de consumo en la que nos consumimos por dentro. Consumimos como estilo de vida, para sobrevivir el agobio del país y creamos una nueva cultura. La cultura del derroche, del exceso y la desigualdad, porque ahora, el tener es más importante que el ser, sino, caminen en las calles dominicanas, y encontrarán que nos justificamos de esos vicios porque vivimos como pueblo una fantasía que nos distorsiona la realidad. Somos esclavos sin identidad que no sea la del consumismo extremo que se manifiesta de muchas maneras. En algunos es la depresión, en otros el alcoholismo, el crimen y en casi todos, ansiedad y muchas veces, no se encuentra felicidad porque se ha sustituido lo importante por lo inmediato.

En total, la vida es tan corta; en esencia es sencilla. La gente agarra sus bultos y se va a la playa para olvidar, pero cuando regresa a la realidad o el próximo domingo hay que pensar más porque por costumbre es la semana que el gobierno aumenta todos los productos de primera necesidad. Vuelve a lo mismo, al mismo trabajo, si lo tienen, y a las mismas preocupaciones, a la misma broza. Si volvemos a lo mismo, no es más fácil compartir la abundancia que tenemos con los pobres. No es momento de hacer algo distinto; si, hay que celebrar, pero también conmemorar. Celebremos, compartamos lo que tenemos en abundancia. Pensemos en la fe, en la esperanza y el amor. Recordemos dónde están y deben estar las verdaderas prioridades en la vida.

Héctor Peña – para Peña del Pueblo

¡Presumo ser doctor de la mente, pero tengo a Dios dentro de mí para todos los demás!

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