jueves, 22 de noviembre de 2012

Para un maestro andante de la calle del Condado

Hoy no dejo de llorar y digo, maldito los pueblos que no reconozcan su gente buena… 

¿Quién será este señor que con su cabeza fría, camina por plazas, calles y lugares del Condado con su camisa, pantalón, gorra, haraposas? ¿Quién es este genio de las matemáticas, que día a día muestra su paso por la ciudad del Condado; siempre mirando profundo, como miran los más sabios de los tiempos ancestrales del viejo continente europeo? 

Con amor, mírenlo y deténganse a hablar con él; no cuesta. Se aprenden historias de cuando era un joven maestro de matemáticas, uno de aquellos “robles” que no hay quien los doble. ¿Dónde estarán aquellos alumnos y alumnas que en el Señor hacer hoy y ayer a ser hombres y mujeres de bien, los verán y no pararán sus vehículos a saludarlo y decirle: “¡Hola, Mister!”.

¿Quién será esa luz brillante que lo fue él? ¿Dónde están los que pueden hablar de esta luz apagada, que el tiempo vence? ¿Cuándo aparecerá alguien que diga: “Ah, este es el Mr. Viera, que nos dio matemáticas y nos ayudó? 

La expresión de los compañeros de la escuela produce un poderoso efecto familiar para Ismael Viera, que tiene unos valores sanos por los cuales es muy probable que el que lo ve en las calles del sector del Condado no sepa que hay un genio en este caballero andante. Un gran número de los padres del Condado deben presentarle a sus hijos al caballero andante. ¡Cuán amoroso, disciplinado, elocuente maestro!

Hombre brillante, inteligente, sabio con los números, que camina calle arriba, calle abajo; sin saber dónde comer y dormir. Hombre de pensar; tranquilo, pausado. No lleva cuenta del daño. Discípulo de dos grandes de la materia, que nunca les dieron su mérito por ser negros: Isabelo Cenón y Rafael Cordero. No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, todas las espera, todas las aguanta. El amor nunca le falta ni le falla.

Deténganse un momento y mírenlo como si fuese su padre. De los buenos hombres como él, aún caminando sin casa, pan o compañía; para ti, son los cielos de los benditos. No puedo más que dedicar mi tiempo para hacerte un escrito de Dios. Voy a cerrar este escrito con un texto de la Biblia: “El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no se porta indecentemente. No busca sus propios intereses, no se siente provocado.

Para ti, Ismael Viera, va mi agradecimiento por tu tiempo para enseñarme el porqué vivir en paz, en amor y felicidad, todos los días de tu vida; y recuerda que desde muy lejos del Caribe, vine a trabajar por la sociedad, de este pueblo, que sin ti, fuera diferente. Si faltaras tú, faltaría tu enseñanza de amor. A ti, Ismael, genio de los números, mi pensamiento y mi agradecimiento, aún sin ser de tu país.

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